Uno negoció con China, otro predicó en las favelas, un tercero redactó tratados de derecho eclesiástico. Todos visten púrpura, pero cada uno ha ejercido el sacerdocio de forma distinta, dejando huella con su visión sobre la Iglesia que consideran necesaria. En el cónclave que iniciará el 7 de mayo de 2025, estas trayectorias no oficiales marcarán el tono de las votaciones.
En la Iglesia católica, la vocación sacerdotal es también una especialización profesional. Cada cardenal ha desarrollado una forma de ejercer el ministerio que lo define tanto como su sotana. Y si bien nadie entra como candidato oficial, algunos nombres suenan con más fuerza entre los pasillos vaticanos. Su perfil profesional puede ser una pista sobre el tipo de pontificado que podrían encarnar.
Secretario de Estado desde 2013, Pietro Parolin ha construido su carrera en el servicio diplomático de la Santa Sede. Ha representado al Vaticano en negociaciones clave con China, Vietnam y en el deshielo entre Cuba y Estados Unidos. A sus 70 años, es visto como un experto en la maquinaria interna vaticana, aunque con escasa experiencia pastoral.
Su perfil: un burócrata eficaz, arquitecto del poder blando, que conoce el aparato eclesial desde dentro. Su sacerdocio ha sido más institucional que comunitario.
El cardenal filipino Luis Antonio Tagle es considerado uno de los rostros más carismáticos del catolicismo actual. Teólogo formado en Estados Unidos y Alemania, exarzobispo de Manila y ex prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, ha destacado como comunicador y predicador.
A sus 67 años, es símbolo de una Iglesia mestiza y cercana. Su paso por Caritas Internationalis lo colocó en el centro de la acción social, aunque su gestión administrativa recibió críticas. Aun así, es uno de los papables con mayor conexión con los fieles y los medios.
Desde Kinshasa, capital del Congo, el cardenal Ambongo representa un sacerdocio comprometido con los pobres y crítico del poder. Presidente de las Conferencias Episcopales de África y Madagascar, ha sido una voz fuerte contra la corrupción y la violencia en su país.
A los 65 años, su estilo pastoral es directo y valiente. Se ha opuesto públicamente a iniciativas del Vaticano que no reflejan la sensibilidad africana, como la bendición a parejas del mismo sexo. Su perfil es el de un pastor-profeta, con peso regional y convicción doctrinal.
Zuppi, arzobispo de Bolonia y presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, combina cercanía pastoral con habilidad diplomática. Miembro de la Comunidad de SantEgidio, ha sido mediador en conflictos como el de Mozambique y ha sido enviado del Papa a Ucrania.
No es teólogo ni diplomático de carrera, pero a sus 68 años tiene el perfil de un pastor sensible y pragmático. Su apertura hacia temas sociales y su estilo dialogante podrían marcar una continuidad pastoral al pontificado de Francisco.
Arzobispo de Esztergom-Budapest, Péter Erdő ha hecho del derecho canónico su especialidad. A sus 72 años, es uno de los más académicos del Colegio Cardenalicio. Fue presidente del Consejo de Conferencias Episcopales de Europa y ha defendido públicamente posturas doctrinales tradicionales.
Habla varios idiomas, escribió tratados de peso y ha preferido no confrontar al poder político en Hungría. Es visto como un garante de continuidad doctrinal en un contexto global cada vez más desafiante para la Iglesia.
El próximo 7 de mayo, 133 cardenales entrarán al cónclave en la Capilla Sixtina. Solo uno saldrá como papa. El resto volverá al anonimato relativo del púrpura. Pero en esas paredes cargadas de historia, lo que se debatirá no será solo un nombre, sino el futuro de la Iglesia y el modo de ejercer el liderazgo espiritual en un mundo en transformación.